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Recordar a Eduardo Galeano

Fernanda Silva y Beatriz Mazzi con Eduardo Galeano

Por Beatriz Mazzi

Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma, escribió Julio Cortazar. Las palabras nunca alcanzan, nunca, las palabras creo son imperfectas, comentó una amiga. Y aquí estoy escribiendo palabras con el alma desbordada, por la incomprensión, la injusticia, el dolor, la ausencia

¿Cómo dedicar palabras a quien hizo de su combinación un universo de sensaciones? A quien supo desde sus venas abiertas “divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente”.

Eduardo Galeano Colegio-Tierra-del.-Sur Pinamar
Beatriz Mazzi y Fernanda Silva junto a Eduardo Galeano

Cómo dedicar estas líneas a quien nos hizo recorrer desde El nacimiento, Las caras y las máscaras y El siglo del viento en sus Memorias del fuego, que hoy a la distancia puedo afirmar cumplió con su deseo de “ayudar a devolver a la historia el aliento, la libertad y la palabra”.

Eduardo Galeano comprendió que la palabra es la herramienta más poderosa, y desde ese lugar escribió, y habló. En Espejos define a “las primeras palabras de una carta o de un libro tan fundadoras como los primeros ladrillos de una casa o de un templo”.

Atravesando Días y Noches de Amor y Guerra se pregunta si escribir tiene sentido, “la pregunta me pesa en la mano. Se organizan aduanas de palabras, quemaderos de palabras, cementerios de palabras…quizá escribir no sea más que una tentativa de poner a salvo, en el tiempo de la infamia, las voces que darán testimonio aquí estuvimos y así fuimos”.

Recorriendo los estantes de la Biblioteca y surgen libros y más libros que acompañaron esta difícil tarea de atravesar la vida. Nosotros decimos no, Patas arriba, La canción de nosotros, Vagabundo y otros relatos, Ser como ellos y otros artículos, Bocas del Tiempo. Cada uno subrayado, con frases en sus márgenes, cada uno con vida propia. Vida que el 13 de abril de 2015,fue interrumpe. Me cuesta saber que no tendré nuevas palabras que leer de él. No habrá un nuevo libro que intercalar en ese estante. En algún punto me niego. Con tristeza, con bronca, con dolor. “No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni ala nada” decía Miguel Hernandez en uno de sus poemas.

Cuando afirmo que sus libros en mi estante tienen vida, recuerdo una breve anécdota con “Las palabras andantes”, mi amiga Susy cumplía años y no podía comprarle un regalo. Así, de mi estante sobresale este libro que le dedico para la ocasión, en octubre de 2000. Años más tarde en mayo 2013, vuelve a mis manos justamente por el mismo motivo que lo entregué, mi cumpleaños cuarenta y diez. En él encontré una carta donde las palabras andan, y me cuentan que Palabras andantes vivió en Cariló, en distintos sitios de Uruguay, recorrió Turquía y Berlín a ambos lados del muro ya inexistente.

Cuánto que recordar, cuanto que extrañar.

Mi libro de cabecera es “El libro de los abrazos” regalé 14 de estos libros a mis amigos más entrañables…

En 2012 en la Feria del libro en Buenos Aires, tuvimos el placer de escucharlo desde muy cerquita en su presentación “Los hijos de los días”, que emoción estar tan cerca pensé y sentí al escuchar por primera vez este libro directamente de su voz.

En agosto del mismo año en el 17º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura organizado por la Fundación Mempo Giardinelli en Resistencia Chaco, compartimos nuevamente sus historias, risas y hasta lágrimas junto a él.

Gracias, es la palabra que surge. Gracias por hacer de las palabras un camino irreemplazable. Gracias por acompañarnos a crecer, a vivir y a sentir.

Gracias Eduardo Galeano por existir.